Nuestra Historia
La Iglesia de Dios Pentecostal Movimiento Internacional de la Región Este de los Estados Unidos de América se originó en el año 1929 cuando enviaron de la Isla de Puerto Rico al Rvdo. Tomás Álvarez, quien inició una obra en Greenpoint, Brooklyn. Para el año 1931 dado que la obra había prosperado, el Pastor Rvdo. Juan L Lugo, Superintendente en la Isla decide trasladarse a la urbe neoyorquina y trasladar al Rvdo. Alvarez a Puerto Rico. En el mismo año (1931) el Rvdo. Lugo abrió un nuevo salón en el 61 E de la calle 104, cuando apenas comenzaba el barrio hispano en dicha ciudad. Dado el crecimiento de la obra del Señor, el Rvdo. Lugo se vio en la necesidad de conseguir un local más amplio. Alquiló una sinagoga judía en la calle 115 Oeste. De esta obra bendecida se esparció el trabajo entre la población hispana.
Fue en el año 1937 que el Rvdo. Lugo decide regresar a Puerto Rico; hecho que permite buscar un pastor que lo sustituyera. Al encontrarse el Rvdo. Frank Finkenbinder en la ciudad de New York, se le solicita que se haga cargo de la iglesia La Sinagoga. Después de doce años varios oficiales de La Sinagoga le solicitan a la oficina en Puerto Rico se le enviara un nuevo pastor. Ese nuevo pastor es el Rvdo. José Martínez Jr., luego de un tiempo el Rvdo. Martínez decide regresar a Puerto Rico y se solicita que envíen al Rvdo. Jesús Pérez Torres. En el momento el Rvdo. Jesús Pérez no estaba disponible. En su lugar se envía al que fuera hasta ese momento el pastor del barrio Tejas de Humacao, el Rvdo. Abelardo Berríos en el año 1951. Después de varias reuniones con los oficiales de la iglesia en Puerto Rico, se decide en una reunión de dos días, 26 y 27 de julio del 1957, en La Sinagoga comenzar de nuevo la obra aquí.
Esta vez unos artículos llamados “Bases de Afiliación” fueron llevados por los oficiales de Puerto Rico como condición para aceptar aquella obra como parte integrante de la obra en Puerto Rico. Con algunas modificaciones se aceptaron las bases de afiliación y por segunda vez se establecía la Iglesia de Pentecostal en la ciudad de New York.
El nombre de la obra sería “Concilio Latino Americano” de la Iglesia de Dios Pentecostal afiliado a la Iglesia de Dios Pentecostal de Puerto Rico. Luego de muchos años donde pastores de Puerto Rico venían a pastorear a lo que conocemos como el Este de los Estados Unidos y los de Estados Unidos iban a Puerto Rico a pastorear porque éramos uno. Las relaciones entre la oficialidad en New York y Puerto Rico, comenzaron a enfriarse, para principios del 1979 y a finales de ese mismo año luego de varios intentos para resolver cualquier diferencia no se logro nada aunque la oficialidad de Puerto Rico hizo todos los intentos. El Rvdo. Berríos, en unión a un grupo de pastores e iglesias, deciden terminar su relación con Puerto Rico. Esto da la oportunidad de que un grupo de hombres que no estaban de acuerdo con el proceder de la oficialidad de Nueva York determinan mantener su relación con Puerto Rico. Fueron Catorce (14) hombres valientes y 13 congregaciones las que determinaron continuar siendo parte de la iglesia en Puerto Rico. A estas iglesias se les conoce como las famosas 13 colonias.
Los presidentes de esta organización han sido:
- Rvdo. Abelardo Berríos
- Rvdo. Ramón Muñiz*
(Bajo la nueva estructura como se conoce Iglesia de Dios Pentecostal MI, Región del Este) - Rvdo. Mario de Jesús
- Rvdo. Isaac Hernández
- Rvdo. Pedro Rosario Hernández
- Rvdo. Michael López
- Rvdo. Ariel Torres
- Rvdo. David Figueroa
- Rvdo. César Pérez
- Rvdo. Jose Martinez (Actual)
Nuestra primera oficina estuvo localizada en las facilidades de la Iglesia Emmanuel en el 71 West 106 St., New York. Luego pasaron a la calle 116 del barrio en New York. Un año después se trasladaron a las facilidades de la Iglesia Segunda Hermosa en el 1810 Randall Ave. en el Bronx. En el 1983 se logra la bendición de adquirir lo que sería las nuevas oficinas propias de la Iglesia de Dios Pentecostal Movimiento Internacional en el 1248 White Plains Rd. Bronx, New York donde estamos actualmente.
A Dios sea la Gloria por permitirnos la bendición de poder decir después de muchos años, Ebenezer.